Políticos y empresarios acuden al medio de su confianza, al cual socorren con publicidad, para lavar su imagen deteriorada debido a sus corrupciones y malas artes. El asunto no es nuevo, esto viene ocurriendo desde que la república es república y pruebas al canto:
- Una prensa que informa monocordemente sin prestar atención a los problemas reales que ocurren en el país, dedicando primeras planas al caso de Magaly Medina y “olvidando” los problemas de larga data de los departamentos del sur del país, los que son informados cuando ya nada se puede para ocultarlo o no se puede desinformar al respecto.
- Un canal pequeño recibiendo harta publicidad estatal coincidente con el nombramiento como funcionario del canal del hijo de un primer ministro. En cuestiones públicas no sólo se debe ser sino también parecer.
- Un dueño de una televisora cobrando una indemnización por los daños sufridos por una dictadura como si el resto de peruanos nacidos en el Perú y con nacionalidad peruana no lo hubiéramos sufrido.
- Un reportero recibiendo una amenaza velada por el presidente quien hace mención del “poco cuidado que tiene el medio para elegir sus periodistas”.
- Un presidente indicándole las preguntas que debe hacerle a un entrevistador de televisión.
- Los ya conocidos broadcasters ampayados en la famosa salita del SIN.
Y la lista es inmensa, sólo tenga presente que cuando acaba la dictadura de Velasco Alvarado, muchos medios de comunicación pidieron prestado plata al gobierno de entonces (así cualquiera se hace demócrata) y hasta ahora no lo pagan; y de eso ya han pasado casi 30 maños.
Que los empresarios puedan desinformar y que tengan que pagar por eso, eso es un tema de la justicia peruana, pero que los políticos hagan lo mismo con la plata de todos nosotros los peruanos es algo que no se puede tolerar y para tales sinvergüenzas cualquier pretexto es bueno para lanzar publicidad estatal, desde preguntas de “¿quién es más hombre” hasta anuncios que ilustran la forma correcta de estornudar.
Mención aparte merece al alcalde metropolitano que ha embanderado toda la Panamericana haciendo notar que se encarga de su mantenimiento, como si ésta no fuera su obligación y que para eso cobra peaje.
Para evitar malos manejos de los fondos del estado, la compra o alquiler de los medios de comunicación por parte del poder de turno y para evitar todo tipo de suspicacias, propongo que la publicidad estatal sea gratuita en todos los medios y tenga un límite del 10 % de toda la publicidad recibida por el medio.
La información es un derecho y una sociedad debidamente informada es una sociedad justa.